de Tony Cantero
Me estoy poniendo viejo, me miro y lo comprendo pues,
aunque aún corpulento, ya todo no deseo. Ya no me veo en
conciertos, ya no bailo el día entero, ahora sólo pienso y pienso,
en la vida que llevo. Ya no hay noches de juergas, de faldas y
mareos, ya no le canto a un lucero, ni al sol escribo versos. Ahora
sólo pienso y pienso, que si vuelvo, o si regreso, que si no tengo
sonrío y sigo andando sereno, contento compilando sueños.
—Y ahora sólo pienso y pienso, en los días que he
vivido, buenos y malos, efímeros…
Y me digo quizás viejo, pero en fin, si es divertido,
tener un pasado da abrigos, a amores y sacrificios. Familiares de
testigos, los amigos del oficio, las parrandas y los vinos, pero al
fin somos los mismos, desde el día en que nacimos, hasta la hora
de morirnos. Y quizás me digo viejo, porque me siento distinto,
pero si me pongo al hilo, me visto de negro lindo. De pulgada de
madero y de aroma de eucalipto, de mí mismo.
Y quizás me diga viejo porque sólo pienso y pienso, a los
restos que conservo, de mi antaño en otro tiempo. Al amor que
a diario anhelo, a la voz de mis adentros, a la miel del colmenero
y a la flor del sentimiento. Porque sólo pienso y pienso ya que el
fuego me da al cuello, porque las puertas de hierro sin rodeos las
he abierto. Porque lluevo y porque trueno y porque llevo un alma
adentro, en mis añejos cimientos de bohemio.
—En mi más allá que encuentro en un distante cantero,
sin misterios; y quizás me diga viejo pero a los cuarenta y cuentos
sigo siendo un jovenzuelo, porque siento mi reflejo.
—Y me lo vivo creyendo; y porque aún suelto mis
pétalos, en cada cana que peino…
—¡En un distante cantero, donde florezco!