por porescrito | Sep 18, 2017 | Firmas
De CECILIA DURAN MENA
Con la memoria hecha girones y la vida llena de tijeretazos,
arrastro los pies que ya olvidaron cómo caminar rápido. Me
siento en la banca frente a la iglesia a detener las quijadas con las
manos, como si con eso le diera soporte al cuerpo entero. Traigo
el mandil lleno de grasa y las mangas del suéter están llenas de
hoyos. La falda me cubre las piernas que tienen chorretes de
mugre. Hace tantos días que no me paso un peine por el pelo
que, si lo intentara, sospecho que no tendría éxito. De pronto,
escucho el clic de una cámara fotográfica.
Es muy temprano. La luz se calcifica entre las ramas
de los almendros en flor. Me duelen los huesos. Siento las
tripas enroscadas al cuello y seguro este aroma a amoniaco es
lo que atrae las moscas que revolotean a mi alrededor. Muevo
lentamente el cuello. Sé que lo oí, pero últimamente muchos de
los sonidos que escucho no parecen causar efectos en las demás
personas. Me temo que son mis ruidos personales. Pero éste es
diferente. Es real: el disparo de una cámara fotográfica. Estiro
la nuca. Sí, lo sabía. Éste sí lo oyó todo el mundo. La veo, pero
ella no se fija en mí. Está muy interesada en lo que sucede con su
pantalla.
El dedo índice recorre la superficie del aparato de
izquierda a derecha, como si estuviera pasando las hojas de un
libro que no le termina de gustar. Agita la cabeza de un lado
al otro tan despacio que el pelo no se mueve. No me gustan las
fotos. Cuando era niña le pedí a mi madre que me enterrara con
el vestido de Primera Comunión y que me hiciera un retrato,
para que no se olvidara de mí. No te vas a morir. Primero me
muero yo. Además, nunca te voy a retratar. Esas máquinas te
chupan el alma. Tuvo razón. Mamá siempre tenía razón en todo
lo que decía. Yo creo que alcanzaba a ver el futuro. Un cuchillo
le quitó la vida. Luego me morí yo, pero nadie se atreve a creerlo
porque dicen que tengo signos vitales de una quinceañera. Los
médicos piensan que estoy viva. ¡Pobres!
¡Qué susto te vas a sacar, niña, cuando te enteres que no
soy más que un fantasma! Si me vas a robar el alma, mejor me la
hubieras pedido. Flaco favor te hiciste al quedarte con el alma de
una muerta: eso es robar. Robar no es correcto. Elevas la mirada,
tienes ojos de perro ovejero y cara de gato de casa rica. Todavía
no te has dado cuenta. Ni sabes lo que te estás echando al lomo.
Andas disparando tu arma y no te enteras de los lamentos que
vienen después.
Me pica la cabeza y me rasco con fuerza. Eso te llama
la atención. Me miras con el mismo interés que verías un cuadro
en una galería y con la misma ternura que le dedicarías a la rata
que se come la basura en el bote al final del callejón. ¿Qué haces
aquí? Y ahora, ¿qué vas a hacer con eso que me robaste? Vuelves
a disparar. Oigo una ráfaga. Incluso te acercas. Te paras. Y ahí
va el dedo a repasar la pantalla. Me chupo las encías y trueno los
labios.
Haz lo que quieras, llévate lo que necesites, te lo regalo.
No hay necesidad de robar. Te lo doy todito. Soy como una
casa abandonada que ha estado deshabitada por tanto tiempo:
no necesito los muebles que tengo dentro. Llévatelo todo. De
todas formas, llevo tanto tiempo muerta que ya de nada me
sirve tenerlo. Si respiro es porque no he aprendido a tener los
pulmones quietos. Tal vez esa fotografía en la que te llevas mi
alma pueda tener la vida que a mí se me ha negado. A lo mejor
eso es una forma de esperanza.
¿Qué haces, por qué te acercas? El zumbido de las
moscas a mi alrededor eleva el volumen. Se sienta a mi lado.
Huele a jazmín. Oigo su voz como si hablara debajo del agua.
Extiende los brazos. Entiendo que me quiere enseñar las fotos. No
las quiero ver. Me tapo los ojos. Lo lamento, no quise asustarla.
Quiero pedir su autorización para publicar la foto. Mire qué bien
salió. No me pidas permiso de nada. Vete y haz lo que quieras. Sí,
publica la foto, llévate mi alma a un lugar mejor.
Señora, mil disculpas. No quise alterarla. Mire, mire, ya
la borré. Ya no hay fotos. Ya no hay nada. Le ruego me perdone.
No era mi intención. Oigo sus pasos, se aleja. La luz del sol se
opaca. Dijo que salí bien. Los fantasmas no salen en las fotos. No
te llevaste mi alma. También eso me negaste.
por porescrito | Sep 18, 2017 | Ritmos
De Alberto Ibarrola Oyón
La amistad es un bello lazo musical
que promete exóticos viajes de sonrisas
en la laboriosa realidad de sables quebrados
por los combates diarios de guerreros sanguinarios.
La amistad es una magnolia enamorada
que invita y ofrece un delicado sabor
de vinos, naranjas y azafranes inducidos.
La soledad existe y acompaña en la noche maldita,
es el pasado de un hombre que huye de sí mismo,
que esconde los recuerdos en un fango de cerrojos
para que no le atormenten con sus deformes extremidades
aquellos que dedican sus risas tendenciosas
a los cantos voluptuosos de los canoros jilgueros.
La soledad es una hermosa doncella ruborizada
pero cruel, perversa y profundamente despiadada,
que sueña en su atrayente locura idolátrica
aniquilar la voluntad rendida de su amante
que, engañado, sólo percibe sus sensuales encantos
y no considera su corazón de serpientes asesinas.
El amor humano es un rubí de lunas llenas de primavera
que se amarra con acero forjado en la fragua de la noche
a los nichos floridos de un lazo pretencioso,
que aúna las voces quebradas de ciegos que se buscan
en la luz de una ficción que ofrece visiones encarnadas.
El amor humano es una colina de flores no clasificadas
que juegan con los obstáculos insalvables
de un calor engañado en el silencioso mar,
es el beso de un poema que sufre, llora y gime
por la muerte de los senos de una mariposa envidiada.
La amistad, la soledad, el amor humano,
vanos recuerdos de una existencia imaginaria
que viaja en las nubes de una fiebre necesaria.
por porescrito | Sep 18, 2017 | Ritmos
de Brenda Abigail Carrizales Gudiño
Un hombre lame la sangre en el campo de guerra
consagrándolo así, como suyo
ese hombre no puedo ser yo:
mi glotonería es inasequible
la comparo sólo con la de Calígula
porque la cabeza que deseo
es la de la humanidad entera
aspiro a devorar en un caldo de sangre
el cerebro de ilustres pensadores
sobrepasar cada uno de mis estadios:
sentarme en un trono de hierro humeante
hasta aspirar mi carne hecha cenizas
Yo: mi irascibilidad exhaustiva
quien obliga a aquel hombre a lamer la sangre
a consagrar en mi nombre
mi nombre: soy yo
yo soy ese hombre
por porescrito | Sep 18, 2017 | Ritmos
de Brenda Abigail Carrizales Gudiño
Mis pensamientos son
El foco rojo de un burdel
Un garito de salinos aromas
Mis pensamientos son
La dentadura de una puta
el maquillaje que revela su inocencia
¿Y qué si soy lo que pienso,
Mientras pienso lo que no soy?
Un foco
Un burdel
Una puta:
Todos están a una noche de romperse,
Pero se aferran:
No será esta noche.
por porescrito | Sep 18, 2017 | Sin categoría
El nueve es un número simétrico que tiene un valor alegórico. Es una especie de casa en la que se albergan armonías que van más allá de la explicación filosófica o matemática y también es una sencilla figura: cabezona, con el rabo enroscado. El número nueve interviene frecuentemente en el imaginario colectivo. Guarda un orden de perfección en el que podemos imaginar mundos simbolizados por tres triángulos donde se albergan los cielos, la tierra y los infiernos. Esta no es una idea original, se les ocurrió a los griegos, a los chinos, a Dante, en fin, a tantos otros. También es el número de esta edición. El nueve representa la universalidad y es un símbolo de principio y fin.
Al ser el último dígito acaba con una serie y nos transporta a un plano distinto, al de las cifras acompañadas. Este número nueve de Pretextos literarios por escrito marca el inicio de dos secciones nuevas de la revista: Conversaciones y Perspectivas. En esta edición buscamos la idea de un nacimiento y la figura de germinación. Si Deméter tardó nueve días en encontrar a Perséfone, Leto padeció nueve noches los dolores de parto y de Zeus nacieron nueve musas frutos de nueve noches de amor, nosotros decidimos entregar dos nuevas propuestas.
Conversaciones será la sección en la que podamos platicar con personas que buscan pretextos para generar historias. El objetivo es charlar con autores sus las propuestas y las herramientas de las que se valen para contarnos algo fascinante.Vamos en busca de esa sutileza que nos atrapa y nos sumerge en la emoción y en la historia que nos quiere transmitir. El punto de encuentro puede ser una fotografía, un poema, un cuento, una instalación. Buscamos a los autores para que nos compartan esas pulsiones que llevan a crear. Apreciamos lo que nos dicen y descubrimos lo que hay detrás de lo que nos dijeron sin emitir palabras. Blub, un artista urbano florentino, estrena esta sección.
Perspectivas nos presenta anotaciones sobre el contenido de algún pretexto literario para darnos a conocer la opinión del ojo crítico que enfrenta a la obra artística. Nos muestra valoraciones estéticas o como lo dice el propio Dr. Ramón Moreno —quien inaugura esta sección reseñando un estupendo libro La mano de Onán —, nos da un manual para aproximarnos a la obra.
Con estas dos secciones Pretextos literarios por escrito persigue novedades para ponerlas a disposición de los lectores que. Queremos provocar interés y despertar curiosidad. Encender la llama que nos lleve a fijar la mirada en un punto específico. Este número viene impregnado de la ternura que le quiere dar color al blanco y negro, de la inteligencia de una propuesta que nos enseña que el arte tiene herramientas para enfrentar la crisis, del dolor que narra la vulnerabilidad de un personaje evidentemente autobiográfico, de crueldad y erotismo. Ofrecemos diversos tonos con el afán de liberar al lector de las torturas del
aburrimiento. Vamos detrás del impulso creativo que lleva a un autor a generar una pieza narrativa, algo que contar a partir de palabras o de imágenes. Perseguimos esa sincronía que hay entre lo que los autores plasman, la influencia de la sociedad en la que viven, para ponerla a disposición de esos ojos que recorren las páginas y cooperan para completar y cerrar el círculo. Queremos propiciar la interacción entre la imaginación del autor y de ese ojo observador. Ambicionamos con pasión ser ese vínculo. Seguimos firmes en nuestro afán, buscamos atrapar lectores para nunca dejarlos ir. Con ustedes, el número nueve.
La Editora General